La autoconciencia generalmente se considera un rasgo que se encuentra en animales muy inteligentes, como chimpancés, orangutanes, gorilas e incluso algunos humanos. Si te interesa saber qué tan inteligente es tu perro, vale la pena preguntar si los perros también pueden ser conscientes de sí mismos.
La respuesta, como en tantas otras cosas, es complicada. La respuesta corta es probablemente, pero todo depende de cómo lo definas.
¿Qué es la autoconciencia y por qué es importante?
La autoconciencia, en su forma más básica, es el reconocimiento de uno mismo como individuo separado de su entorno. Puede incluir la conciencia corporal, que es comprender dónde se encuentran las diversas partes dentro del espacio, así como la introspección, que es ser capaz de comprender tus propios pensamientos y emociones.
La autoconciencia se ha descrito como "posiblemente el tema más fundamental en psicología, tanto desde una perspectiva de desarrollo como evolutiva". En su nivel más alto, es potencialmente lo único que separa al hombre del animal, por lo que vale la pena ver si los animales también pueden experimentarlo.
También es una característica importante en las sociedades cooperativas. Si un individuo puede reconocerse a sí mismo como un individuo con un rol definido, puede comportarse de una manera que promueva tanto su propio interés como el de la sociedad en general.
Puede contrastarlo con animales solitarios, como los tiburones, que solo se preocupan por su propia supervivencia, o puede compararlo con insectos jerárquicos como las hormigas, que se preocupan por la colonia en su conjunto y no tienen en cuenta su propias vidas.
A partir de estos ejemplos, queda claro que la autoconciencia puede ser la base de emociones de nivel superior como la empatía, los celos e incluso el amor.
¿Cómo probamos la autoconciencia en los perros?
La prueba de autoconciencia más famosa es la prueba del espejo, que fue desarrollada en la década de 1970 por un biólogo evolutivo llamado Gordon Gallup. Su idea era mostrar a los chimpancés su propio reflejo en el espejo para ver si lo reconocían como una representación de ellos mismos o si pensaban que se les estaba presentando un chimpancé completamente diferente.
Los chimpancés usaron rápidamente el espejo para acicalarse u otras tareas de autorreflexión (incluido, naturalmente, el examen de sus propios genitales). Para probar si eran realmente conscientes de que se trataba de un reflejo, Gallup añadió tinte rojo a sus cejas; cuando regresaron al espejo, los monos tocaron con sus dedos la pintura de sus rostros, demostrando que tenían cierta conciencia de sí mismos.
Entonces, ¿cómo se desempeñan los perros en la prueba del espejo? Terriblemente, como resulta. Por lo general, un perro tratará a su reflejo como un perro completamente diferente y puede reaccionar con miedo, curiosidad o agresión.
Antes de asumir que esto significa que los cachorros no son conscientes de sí mismos, sin embargo, es importante darse cuenta de una falla fundamental al usar la prueba del espejo en perros: no les permite confiar en su sentido del olfato, que es su principal medio de interacción con el mundo.
La prueba del olfato
Reconociendo las limitaciones de la prueba del espejo, una experta en cognición canina llamada Alexandra Horowitz experimentó con una versión más apta para caninos: la prueba del olfato.
Basándose en las ideas articuladas por primera vez por el Dr. Roberto Cazzolla Gatti, Horowitz presentó a sus sujetos de prueba cuatro olores diferentes: su propia orina, la orina de otro perro, su propia orina y un aditivo, y solo el aditivo.
La idea era que un perro no pasara mucho tiempo investigando su orina, ya que ya está familiarizado con ella.
La prueba de Horowitz fue un éxito rotundo. Los perros rápidamente ignoraron su orina, pero pasaron bastante tiempo investigando los otros olores.
La prueba de conciencia corporal
En otra serie de pruebas, un profesor de etología de la Universidad Eötvös Loránd llamado Péter Pongrácz hizo que los perros obsequiaran a sus dueños con una serie de juguetes que estaban sobre una estera.
Sin embargo, había un problema: los juguetes estaban sujetos al tapete, por lo que los perros no podrían completar la tarea mientras estuvieran de pie sobre el tapete. ¿Reconocerían que sus propios cuerpos eran un obstáculo o la prueba los confundiría?
Resulta que los perros resolvieron rápidamente el problema y demostraron la capacidad de comprender la conexión entre sus propios cuerpos y el mundo que los rodeaba, una señal importante de autoconciencia.
Conclusión
Dado que los perros fallaron una importante prueba de autoconciencia pero pasaron otras dos, ¿es justo llamarlos autoconscientes? La respuesta corta es: simplemente no lo sabemos.
Ninguna de las pruebas que los perros han superado hasta ahora puede considerarse prueba de que nuestros amigos caninos son conscientes de sí mismos, aunque representan una fuerte evidencia de esa posibilidad.
Del mismo modo, el hecho de no pasar la prueba del espejo es simplemente una evidencia que indica que los perros pueden carecer de autoconciencia, no una prueba de que la tengan. También vale la pena preguntarse cuánto valor tiene realmente esa prueba, dado que algunos peces pueden pasarla.
En última instancia, la cuestión de si los perros son conscientes de sí mismos es menos importante que reflexionar sobre lo que realmente importa: lo maravillosos que son y cuánto los amamos, independientemente de su capacidad cognitiva.