Como padres de gatos, todos nos acercamos y tiramos de las lindas y blandas patitas de nuestro amigo felino. Por supuesto, en la mayoría de los casos, tu gato retira la pata al instante. Algunos gatos incluso te silbarán o te apartarán la mano. Hay muchas razones por las que a los gatos no les gusta que les toquen las patas. Las patas de los gatos son sensibles y también son la forma en que se defienden, por lo que, por supuesto, a algunos no les gusta que les toquen las armas.
Sin embargo, estas no son las únicas razones. En esta lista, le daremos algunas de las razones por las que a los gatos no les gusta que les toquen las patas e incluso algunos consejos para entrenar a su gato para que le permita tocarlas.
Las 7 razones por las que a los gatos no les gusta que les toquen las patas
1. Trauma pasado
Si su gato se lastimó en el pasado y la pata se lastimó, conectará el trauma con el pie lastimado. El gato será más resistente a que le toquen las patas como una forma de evitar que el trauma vuelva a ocurrir.
Esto sucede a menudo con gatos salvajes o gatos que adoptas de refugios de rescate. En muchos casos, estos gatos han sido m altratados en el pasado o incluso puestos en situaciones peligrosas. Es fundamental tener cuidado con los gatos que han sido descuidados o m altratados, no solo al tocar sus patas, sino también al intentar que confíen en ti.
2. Lesión
A veces, a un gato no le importa que le toquen las patas, pero de repente comienza a resistirse cuando lo intentas. En estos casos, es posible que tu gato se haya lesionado recientemente la pata de alguna manera. Incluso un rasguño, un golpe o un moretón en una pata puede ser un gran problema para su gato. Dado que tienen pies sensibles, incluso un ligero roce de tu parte podría hacer que el dolor empeore, y que el gato se aleje o se vuelva agresivo.
Si siente que su gato se ha lesionado la pata, es mejor que se ponga en contacto con su veterinario para programar una cita, para que pueda diagnosticar el problema y brindarle tratamiento.
3. El gato es viejo
A medida que los gatos envejecen, se fijan en sus hábitos, al igual que las personas. Algunos deciden que no quieren que les toquen las patas. La razón más común, sin embargo, es que el gato haya desarrollado osteoporosis, que suele ir acompañada de dolor en las articulaciones. Estos son signos de osteoporosis felina a los que debe estar atento:
- Mala preparación
- Ser menos móvil
- Perder peso
- Un cambio general en el comportamiento
Si sospecha que su amigo felino tiene osteoporosis, lo mejor es ponerse en contacto con su veterinario para obtener ayuda. Hay tratamientos disponibles para el dolor y el sufrimiento.
4. Patas sensibles
Los gatos tienen patas súper sensibles. Están repletos de terminaciones nerviosas y brindan mucho más que transporte para los felinos. Algunas de las cosas que las patas de un gato les ayudan a detectar se enumeran a continuación:
- Temperaturas frías y calientes
- Vibraciones
- Diferentes texturas
- Diferencias de movimiento
- Cambios en el clima
- Depredadores o presas cercanas
- Diferencias de temperatura en los objetos y el suelo
Todas estas cosas se sienten a través de las almohadillas de las patas de tu gato, por lo que tocar sus patas las hará aún más sensibles, y algunos gatos no pueden manejar eso, por lo que se alejan.
5. Manejo rudo
Los gatos son criaturas sensibles, para empezar, y no les gusta que los manejen bruscamente. Si de repente agarras la pata de tu gato o aplicas una fuerza excesiva a la pata del gato, reaccionará alejándose, huyendo o actuando mal. Los gatos no son como los perros en este caso. No les gustan los juegos bruscos y no les gusta el contacto demasiado familiar, incluso de sus padres mascotas.
Muchos dueños de mascotas que nunca han estado cerca de gatos cometen este error. Los levantan o manipulan sus patas, tratándolos como si fueran perros. Este es un error que puede provocar que el gato bufe, huya o incluso muerda y arañe a la persona que cree que representa una amenaza para él.
6. Al gato simplemente no le gusta
En muchos casos, es una razón simple. Al gato simplemente no le gusta que le toquen las patas. No tiene nada que ver con nada más en nuestra lista; el gato simplemente prefiere que le dejen las patas en paz.
No te lo tomes como algo personal. A los gatos, como a los humanos, les gusta su espacio personal. Puedes entrenar y socializar a un gato cuando es un gatito para que le guste que le toquen las patas, pero eso no es una garantía. Es mejor no obligar a tu gato a que te deje tocar sus patas, ya que puede hacer que el gato te tenga miedo o incluso se vuelva agresivo cada vez que te acerques.
7. Les quita la capacidad de defenderse a sí mismos
Los gatos usan sus patas para defenderse en la naturaleza, y alguien que agarra una de sus patas les quita la capacidad de defenderse. A los gatos no les gusta sentirse vulnerables, y aunque no lastimes a tu amigo felino, puede pensar que eres una amenaza cuando no puede apartar su pata.
Consejos a seguir para el manejo de las patas
Hay algunas ocasiones en las que será esencial que toques las patas de tu gato, como si el gato está herido o si sus patas están demasiado sucias para que se limpie solo. Estos son algunos consejos que puede seguir para entrenar a su gato para que le permita tocar sus patas:
- Solo intenta tocar las patas de tu gato cuando estén relajadas y tranquilas
- Acaricia a tu gato con una mano mientras le tocas la pata con la otra para distraerlo y mantenerlo tranquilo
- Utiliza golosinas como recompensa por permitirte tocar sus patas
- Sé siempre amable
Si ninguno de estos consejos de manejo te funciona, lo mejor es que cuentes con la ayuda de tu veterinario o de un cuidador profesional.
Conclusión
Si bien hay gatos que no tienen problemas con que sus padres toquen sus patas, ellos son las excepciones. La mayoría de los gatos tienen problemas con las patas porque les quita la capacidad de defenderse y sus patas son sensibles. Si bien su gato debe tolerar que lo toquen con las patas cuando lo revise para ver si tiene lesiones o visite al veterinario, puede dejar los pies de su mascota solos y concentrarse en acariciar su cabeza, su espalda o donde prefiera.